“LIVE STREAMING VIDEO”. En el mes de marzo del 2007, el californiano Justin Kan se puso una cámara en su gorra y comenzó a transmitir en vivo desde su punto de vista las 24 horas del día los 7 días de la semana a través de Internet (interrumpidamente, caminando, comiendo, en una cita, durmiendo… excepto por cuestiones técnicas ocasionales). Aunque la experiencia no era sino continuación de otras similares previas, logró concitar gran atención en los medios. Posteriormente, Justin.TV se amplió como una plataforma de lifecasting y transmisión en vivo. Y eso es lo que es ahora. Así pues, uno encuentra en este site gran cantidad de “canales” en sus respectivas categorías (y con posibilidad de chatear con otros “justinvidentes” en tiempo real además) que transmiten cosas tan mínimas como una camada de perritos con su mamá, imágenes de calles o la cotidianeidad de personas alrededor del mundo, hasta aquellos dedicados a retransmitir señales de TV de señal abierta (o no tan abierta) o, ininterrumpidamente, capítulos de series populares. O sea, cualquier cosa, excepto porno. O quizás también, y sólo se tenga que buscar más.
Esta es una época singular y vertiginosa. En noviembre del año pasado, un joven abrió un canal en este site para que una atónita y morbosa multitud de internautas fueran testigos de su suicidio en directo. Tuvo que pasar buen tiempo hasta que los administradores de Justin.TV se dieran cuenta y borraran el canal. Sin embargo, el muchacho ya estaba muerto, y mientras tanto la charla en el Chat de su canal continuaba como si nada con las majaderías de costumbre, la imagen de su cuerpo inerte de fondo. Muestra de la forma en que las tecnologías de la información ha calado en nuestra vida, y el vacío que aún se encuentra en mucha de nuestra juventud.