El nuevo Grupo Parlamentario “Dignidad y Democracia”
De izquierda a derecha: Amado Romero, Juan Pari, Justiniano Apaza,
Esther Saavedra, Claudia Coari y Natalie Condori. (Foto: El Comercio)
 
Juan Pari Choquecota y Natalie Condori Jahuira, elegidos por la lista de Gana Perú, y muy probablemente gracias al alud de votos a favor de Ollanta Humala cuyas candidaturas capitalizaron, esta semana han renunciado a su bancada junto con otros cuatro congresistas, para formar un nueva minibancada (o Grupo Parlamentario) a la que han bautizado Dignidad y Democracia.  El motivo han declarado es por no estar de acuerdo con la imposición desde Palacio de Gobierno de la candidatura de su colega parlamentaria Ana María Solórzano  a la Presidencia del Congreso, por sobre la de Marisol Espinoza.
 
Uno puede coincidir con ellos, en lo que de temor de lo que parecería ser un plan de copamiento del poder por parte del Gobierno Familiar Heredia-Humala (Ana María Solórzano es vista como muy cercana –demasiado- a la Primera Dama), pero este nuevo cisma del oficialismo me ha hecho pensar en que hay un grave problema en la manera cómo se manejan las renuncias de congresistas a sus bancadas, cuyo más escandaloso exponente fue lo que vivimos en el año 2,000, con el episodio de los tránsfugas.
 
En ese año, si recordarán, después de una elección deslucida por las denuncias de fraude a favor de la candidatura rereeleccionista de Alberto Fujimori, éste vio satisfechas sus aspiraciones de un tercer mandato presidencial en medio de un escenario político complicado en el Congreso: no tenía mayoría. No era la primera vez que le pasaba: en 1990, al inicio de su primer mandato, tampoco la tuvo, y ya sabemos cómo terminó eso. En el 2000 había decidido ser más discreto y junto con su asesor Vladimiro Montesinos se procedió a la compra de congresistas. Así, pues, consiguió que varios congresistas se cambiaran de camiseta y pasaran de ser oposición a ser oficialistas. El pecado fue grande, pero el escándalo lo fue más: los vladivideos.
 
El tristemente célebre valdivideo Kouri-Montesinos.
Kouri había sido elegido congresista por Perú Posible.
 
Olvidándonos del tema de corrupción en sí, ¿por qué era grave el que un congresista electo cambiara de partido? Todos podemos cambiar de opinión, ¿no?, y tener la mejor intención del mundo. El punto es que el año 2000 la gente no había votado por darle a Fujimori una cómoda mayoría congresal, sino obligarlo a que negociara con el resto de grupos políticos a ver si esta vez sí se llegaba a un consenso en el Congreso. Cuestión peligrosa, es verdad, pero era la “voluntad ciudadana”. Fujimori y los congresistas tránsfugas simplemente se zurraron en ella.
 
Y es que el cargo de congresista no se obtiene por uno mismo solamente: no elegimos congresistas a través de candidaturas nominales como se hace con los Alcaldes y los Presidentes. E incluso ellos son elegidos a través de agrupaciones políticas.
 
El sistema de elección vigente de los congresistas en nuestro país es el voto preferencial con cifra repartidora, que resumido significa que nuestros votos en primera instancia no van primero a cada candidato a congresista sino que se cuentan los votos que cada lista en total ha recibido para así determinar cuántos escaños le corresponde a cada agrupación política. Entonces y sólo entonces se consideran los votos individuales de cada candidato en cada lista para determinar quién ha salido elegido. Es decir, sólo si tu lista queda entre las primeras puedes salir elegido porque sólo entonces tus votos preferenciales son considerados. Si estás en una lista que no llegó a reunir los suficientes votos como lista para ser considerada en el reparto de escaños, no importa cuántos votos preferenciales hayas tenido: no sales electo.
 
Un ejemplo de ello ocurrió en Tacna en las Elecciones Generales del 2006 (los resultados los puedes consultar acá). En esa ocasión las dos listas con más votos fueron las de Unión por el Perú (41,240 votos) y la del Partido Aprista Peruano (25,510). Según el cálculo de la cifra repartidora a cada una le tocaba poner un congresista: en el caso de Unión Perú el elegido con mayor cantidad de votos dentro de la lista fue Juvenal Ordóñez Salazar (14,876 votos preferenciales) y en el del Partido Aprista Peruano, Jorge Flores Torres (9,006 votos preferenciales). Sin embargo, si consideramos todas las listas, Jorge Flores Torres en esa elección no fue el que más votos preferenciales obtuvo después de Juvenal Ordóñez Salazar (que efectivamente es el que reunió más votos preferenciales apoyando su candidatura). Más votos preferenciales que el general en retiro obtuvieron otros dos candidatos: el etnocacerista César Copa Tijutani (9,463 votos preferenciales) y Fidel Carita Monroy (9,327 votos preferenciales). Si no salieron elegidos fue simplemente por que el primero estaba en la lista de Avanza País cuya lista sólo obtuvo 12,220 votos; y el segundo, en la del Frente de Centro que totalizó 14,812 votos.
Jorge Flores Torres como congresista por Tacna entre el 2006 y el 2011.
Curiosamente, también renunció a su bancada. (Foto: La República)
 
Imagínense que se hubieran invertido los papeles y César Copa hubiera estado no en la lista de Avanza País sino en la del Partido Aprista Peruano (supuesto negado obviamente) o que Jorge Flores Torres hubiera postulado por otra lista que no fuera la del APRA. En el primer caso, César Copa hubiera sido congresista en el periodo 2006-2011 y en el segundo, Jorge Flores no hubiera ocupado curul alguna (sin importar cuantos votos preferenciales hubiera obtenido).
 
En cuanto a Juvenal Ordóñez, sí, obtuvo más votos preferenciales que nadie, pero hay que considerar el hecho de que estaba en una de las dos listas cuyos candidatos presidenciales obtuvieron la mayor cantidad de votos en primera vuelta: la de Ollanta Humala. Un tanto así se puede decir de Jorge Flores Torres.
 
El punto es que hay un efecto arrastre en cada elección general que tiene su origen en el hecho de que no son muchos los que hacen voto cruzado: la mayoría que emiten voto para congresistas marcan el símbolo o foto de su candidato a presidente preferido y luego hacen lo mismo con el resto de los símbolos de la misma línea. Por ello, la confección de las listas cada cinco años es casi como una lotería: cada aspirante a congresista sabe que sus opciones son mínimas si su candidato presidencial no logra el mejor o uno de los mejores resultados en su circunscripción. Si César Copa (o Fidel Carita o cualquier otro) hubiera sido considerado en la lista de Unión por el Perú de ese año, es seguro que hubiera obtenido más votos de los que obtuvo, acaso hasta relegando a Ordóñez, y así hubiera salido elegido congresista por Tacna.
 
Lo que quiero decir es que la voluntad ciudadana de los tacneños en el año 2006 fue de que un congresista debía ser de Unión por el Perú y uno del Partido Aprista Peruano… y eso no hubiera cambiado.
 
Ahora bien, cinco años después (en las Elecciones Generales del 2011, véase el detalle de los resultados acá) en Tacna tuvimos un caso especial: los dos escaños de congresistas fueron para la misma agrupación política. Los elegidos fueron Juan Pari Choquecota y Natalie Condori Jahuira. Eso fue porque, en nuestra región, Gana Perú arrasó en primera vuelta con 78,529 votos para la lista congresal (23,960 votos preferenciales para Juan Pari y 27,654 para Natalie Condori). En porcentajes, los votos para la lista congresal de Gana Perú representaron el 49.08% de los votos válidos, lejos de los 19,826 votos del segundo lugar: la lista de Fuerza 2011 (12.39%). Ello reflejaba también las preferencias presidenciales de los tacneños: 102,307 votos (57.20% de los votos válidos) para Ollanta Humala de Gana Perú, contra 32,600 votos (18.23% de los votos válidos) para PPK de Alianza por el Gran Cambio) y 18,248 votos (10.20% de los votos válidos) para Keiko Fujimori de Fuerza 2011. Nótese que en el caso de PPK, el efecto arrastre no jugó a favor de su lista de congresistas que en votos quedó cuarta detrás de Fuerza 2011 y Solidaridad Nacional… lo cual al final no importó, pues la voluntad ciudadana de los tacneños iba por tener los dos congresistas de Gana Perú.
 
Y he aquí el meollo del asunto: la ciudadanía eligió a dos congresistas de Gana Perú, pero ahora no sabemos si Pari y Condori puedan ser calificados como tales. Claro, no han renunciado al partido, sólo a la bancada. Pero para efectos prácticos ya no coordinarán con sus antiguos compañeros del oficialismo, sino que ahora trabajarán por separado. ¿Eso es lo que tenía en mente la gente que los eligió?
 
La forma en que se expresan es muy bonita: “los motivos que sustentan esta decisión son de carácter político y de conciencia”. Nadie dice que no sea así, pero eso mas bien le correspondería (creo yo) determinar a sus electores.
 
Carta de renuncia de los congresistas del ahora "Dignidad y Democracia".
 
Tanto Pari como Condori y el resto de los ahora renunciantes a la bancada de Gana Perú (y los anteriores) al aceptar integrar la lista congresal de Humala (y Heredia) se supone que sabían de qué iba la cosa. No creo que esperaran que su Presidente fuera menos de lo que es: un militar, formado en la verticalidad, para quien la disciplina y unidad de criterio es credo. Ahora dicen que no están de acuerdo. OK, puede ser cierto, y estar en su derecho… como los congresistas del año 2000.
 
Pero ellos son representantes de una circunscripción, y algo tan radical como abandonar la bancada (peor si fuera de plano renunciar al partido) por la cual fueron elegidos lo mínimo debería ser suficiente para poner en entredicho si están o no cumpliendo con la voluntad de sus electores. No digamos ya su gestión en sí o los escándalos en que los congresistas suelen terminar involucrados (que se entiende no son expresión de la voluntad ciudadana).
 
Nos falta una Ley Contra el Transfuguismo; sí, está en comisiones, y acaso se discuta esta legislatura, aunque ya lleva así varios años frustrada su aprobación en el Pleno. Yo pienso que sería importante que se aprobara. Me atrevería a sugerir que en esos casos de renuncia al partido y/o la bancada para la cual ha sido elegido un congresista se instaurara un procedimiento de revocatoria análogo al que se lleva para Presidentes y Consejeros Regionales, y que en el mismo acto se confirme al congresista a revocar o se elija a un nuevo congresista.
 
Le corresponde a la gente decidir si los congresistas verdaderamente  los representan al alejarse de los grupos políticos por los que fueron elegidos.
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Por UnOsoRojo

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