[Arena Roja]
La lectura de una historieta inconclusa de hará unos años, que se titulaba «¡Quiero vivir!», me inspiró esta idea de relato, que acaso escribiré: Un comerciante limeño de cochinilla que va a menudo al interior del país a acopiar producto para después exportarlo, mientras se dirige a una comunidad de Cuzco, cavila sobre un asunto que lo tiene lleno de preocupación y pesar. En eso se encuentra con un hombre con una pierna de palo cuya camioneta está malograda a un costado del camino, y se ofrece a llevarle hasta el pueblo. Cuando llegan, el cojo en agradecimiento le invita al comerciante a su casa para que pase la noche, pues ya se ha hecho tarde. En la mesa, en medio de algunas botellas de cerveza, y una larga charla, el comerciante se entera de que el cojo perdió su pierna izquierda por los senderistas que lo torturaron por ser danzaq -danzante del baile de las tijeras-, un oficio que ellos despreciaban por primitivo y supersticioso; y que después de eso, se dedicó al curanderismo y al comercio con gran fortuna y ahora no le iba mal. Ya para retirarse a dormir, el ex-danzaq le recoge la foto de una hermosa mujer que se le había caído al comerciante y lanza unos elogios, a los que el otro le cuenta que es su esposa que está enferma de cáncer en Lima. El ex-danzaq expresa su compasión porque una mujer tan bella se marchite, y le dice al acongojado marido que acaso él, como maestro curandero, podría ayudarle, por lo bien que le ha caído. El comerciante al principio no lo toma en serio, pero al día siguiente encuentra al ex-danzaq recordándole su oferta de amistad, pero que entiende que debe de pensarlo, así que le da su teléfono para que lo contacte cuando vuelva a pasar por el pueblo.
De nuevo en su camino se encuentra con varias personas que le dicen muchas cosas de su nuevo amigo, como que tiene fama de estar metido en negocios turbios, pero que en verdad es un curandero poderoso que ha hecho curaciones milagrosas. El hombre se queda pensando, y cuando vuelve a pasar por el pueblo, acaso sugestionado por todo lo oído, le dice al ex-danzaq que lo llamará.
Cuando regresa de su viaje, encuentra a su mujer más enferma, y entre las cosas de que le habla para acompañar su dolor, le cuenta a su mujer del hombre que conoció y contrario a lo que pensaba la haya de acuerdo en que venga. El marido piensa que su mujer de verdad debe de sentirse terrible para tratar con un curandero, pero sólo quiere darle gusto, así que llama al ex-danzaq y unos días después lo recibe en su casa. Después de recibir varias indicaciones de no molestar mientras hace su curación, y conseguir una serie de cosas para despachar a la enfermedad, el marido se queda esperando impaciente frente a la puerta de la alcoba, mientras adentro el ex-danzaq con la empleada doméstica de la casa como asistente, realiza sus conjuros y pagos. Al día siguiente, sale agotado y le dice que todo saldrá bien. El marido entra a la habitación y encuentra a su mujer dormida entre los fuertes olores de los sahumerios y pomadas usadas la noche anterior, pero con un semblante mejor del que le había visto en meses. El cojo se despide, desendo verle de nuevo, y cuando días después la mujer se hace sus análisis de rutina los doctores encuentran que el tumor ha retrocedido. Es un milagro, y marido y mujer no caben en sí de la felicidad, e incluso se van a un viaje a modo de segunda luna de miel cuando ella termina de recuperarse.
Pasan las semanas, y el hombre empieza a enterarse de rumores que corren acerca de su esposa, que hablan que cuando él se ausenta se reúne con varios hombres, y otras cosas peores. Al principio no cree las habladurías, sin embargo él mismo se da cuenta de que algo ha cambiado en ella desde su recuperación, algo que le asusta. Poco a poco sus sospechas se van acrecentando hasta tener la certeza de que algo muy terrible le ha pasado, pues ya no reconoce a la mujer con la que se casara tan enamorado. Piensa en lo que el pastor de su iglesia hablaba de demonios que se posesionaban del cuerpo de las personas, en un lado oscuro que todos tendríamos, en lesiones cerebrales que crean psicópatas.
En su búsqueda de respuestas, el hombre vuelve a Cuzco para saber más del ex-danzaq, que piensa debe de tener relación con lo que le sucede a su mujer. Vuelve a escuchar las mismas historias que oyera la primera vez, que hablaban de las maldades del cojo, que iban desde estafas, seducciones, y tráfico de drogas hasta asesinatos, estupros y trata de mujeres y hombres. Alguien le cuenta santiguándose que cuando estaba casi muerto por las heridas que los senderistas le hicieron, el demonio hizo un trato con él, al costo de su alma y las de la mayor cantidad de gente posible. Un profesor de la Universidad de San Antonio le dice que son sólo supersticiones que los religiosos inculcaron a la gente, y que en todo caso los danzaqs a quienes hacen sus pagos para bailar es a la pachamama y a los apus. Sin embargo, un sacerdote católico y un pastor adventista le refutan, recordando cómo la hechicería es abominable a los ojos de Dios, y la manera cómo el Diablo logró que los indios gentiles lo adoraran en la figura de los apus. Sin embargo, todos coinciden en que el ex-danzaq es peligroso.
El hombre, intrigado, al no poder encontrar al cojo vuelve a Lima, y se encuentra con que su esposa ha desaparecido, su empleada ha sido encontrada muerta, y la policía lo busca como sospecho de los asesinatos. Huye, sin saber a donde ir, así que toma de nuevo el camino a Cuzco con documentos falsos, para buscar a su mujer y al cojo, pues sabe que están detrás de todo. Así,pues, luego de muchas peripecias, los encuentra en medio de una ceremonia en un bosque de piedras, ella vestida como un danzaq, alrededor de un fuego fétido, mientras el cojo y un ayudante le llevan el ritmo; más allá el cuerpo de una niña degollada. ¿Qué hará ahora el hombre al enfrentarse con una realidad tan terrible? ¿Los matará y se matará el después, será asesinado por la mujer que alguna vez amó y por su maestro?
This work by César Flores Huallpa is licensed underCC BY-NC-SA 4.0
esa es la historia de danzac
[…] Danzaq (Argumento propio) […]