[Yoni]
Normalmente no me pongo en modo activista, pero lo que ocurrió y sigue ocurriendo en la República de Venezuela fue demasiado hasta para alguien que como yo muchos tildan de demasiado moderado:
EN VENEZUELA HUBO EL MAYOR FRAUDE
DE LA HISTORIA RECIENTE EN NUESTRO HEMISFERIO.
El arma humeante
No es que en vista de los antecedentes hubieran muchas esperanzas de unas elecciones limpias, el chavismo en Venezuela ya hace un tiempo cruzó esa línea que separa a los «autoritarismos competitivos» de las «dictaduras» (entre el 2017 y el 2018 para más señas), pero una cosa es eso y otra el nivel de cinismo y desparpajo que no admite contradicción desde el primer reporte de resultados del Consejo Nacional Electoral.
Video subido por NTN24. También lo puedes ver acá. El minuto exacto es el 1:15.
¿Por qué escojo ese y no otro de los hitos en esta comedia trágica? Por los números de su «tendencia contundente e irreversible» (sic):
CANDIDATO | CANTIDAD DE «VOTOS» | % |
NICOLÁS MADURO | 5,150,092 | 51.2% |
EDMUNDO GONZÁLEZ | 4,445,978 | 44.2% |
OTROS | 462,704 | 4.6% |
TOTAL | 10,058,774 | 100.0% |
Olvidémonos de la inhabilitación a María Corina Machado, vencedora de las primarias de la oposición agrupada en la Plataforma Unitaria Democrática, el sabotaje a su reemplazo, Corina Yoris-Villasana, de la irregular elección de militantes del oficialismo al Consejo Nacional Electoral, de las intervenciones del gobierno a varios partidos independientes (incluyendo el Partido Comunista de Venezuela), del impedimento a los ciudadanos venezolanos para que pudieran votar en el extranjero, de la mínima presencia de observadores internacionales independientes, del constante acoso a la campaña de Edmundo Gonzáles, el reemplazo del reemplazo de María Corina Machado, de las demoras, de la arrogancia del oficialismo, de la suspensión de la auditoría de datos que debía hacerse el 05/08, de la no publicación de los resultados mesa por mesa como en otros procesos, de la aún así apurada proclamación de Nicolás Maduro como vencedor sin dar medios ni tiempo a presentar y resolver impugnaciones, de la implicación de un Tribunal Supremo de Justicia presidido por una entusiasta acólita del aún Presidente de Venezuela y dominado por gente de confianza del régimen que, para sorpresa de nadie, decidió fallar a favor de este, etc. y etc… Todo eso sólo son rayas más a un tigre monstruoso, sí, pero cuando escuché lo que otros encontraron y a mi vez pasé los números de ese primer avance a una hoja de cálculo ya era claro cuándo decidieron que morirían en su hamposa ley, y que todo lo que sucedió después sólo sería el intento de tapar esa primera obvia mentira:
Amoroso debió pensar: pongamos que ya tenemos escrutados diez millones de votos. Pero no digamos diez, que nadie cree, digamos un poquito más: 10’058.774. Digamos también, y ahí sacó la calculadora, que Maduro sacó el 51,2% de los votos. Le sacó a la primera cifra inventada el 51,2 % y eso le dio 5’150.092,28. Como el número de votantes no puede tener decimales, redondeó a 5’150.092. Perfecto. Ahora le damos al tal Edmundo el 44,2 % de los votos, y multiplicó otra vez: eso le dio 4’445.978,10. Quita el decimal y redondea. Muy bien. ¿Qué porcentaje nos falta? Exactamente, el 4,6 % (no hay votos nulos, en blanco, ni nada de eso). Multiplica de nuevo: y le da 462.703,60 y redondea bien hacia arriba: 462.704 votos por los demás candidatos. Listo el pollo, ya puedo salir al aire.
Como me dijo Camilo Arias, PhD en Matemáticas en las universidades de Utrecht y Zurich, “obviamente escogieron los porcentajes y después calcularon los números de votos. Según el número de sufragios reportados por el CNE, Maduro recibió el 51,1999971 % de los votos y González el 44,1999989 %. Es imposible que salgan 4 nueves seguidos para los dos candidatos. La probabilidad es de uno en millones”. Con las técnicas de redondeo de los porcentajes (hacia arriba o hacia abajo) hay cientos de cifras de votos distintas que darían también el 51,2% o el 44,2%. Pero los votos registrados son los más cercanos posibles a ese porcentaje exacto. Ridículo. La trampa venezolana no puede ser más burda: se demuestra a sí misma.
Democracia totalitaria y matemáticas, artículo de Héctor Abad Faciolince en El Espectador (04/08/2024)
Ya de allí ya no necesité más: todo lo que pueda decirse que podría ser mínimamente plausible a favor de Maduro ya no tiene validez tras tan burda manipulación. Incluso por allí en algún grupo de whatsapp a finales de julio pensé en alguna manera que podrían haber hecho su jugada sin ser tan estúpidamente evidentes:
Quien lo hizo no sabe usar siquiera una hoja de cálculo.
Hubiera usado la fórmula aleatorio() de la siguiente manera:
Celda A1: =(ALEATORIO()+50.5)/100
Celda A2: =(ALEATORIO()+44)/100
Celda A3: =1-(A2+A1)
Eso para asignarle valores proporcionales a Maduro, Gonzáles y a Otros respectivamente.
Luego, hubiera obtenido tres valores como estos:
0.506036996425271
0.448526148810095
0.0454368547646344
De allí sólo multiplicar cada uno por 10’058,774
Resultado:
Maduro: 5’090,112 (50.60370%)
González: 4’511,623 (44.85261%)
Otros: 457,039 (4.54368%)
De esa forma la trampa no la hubiera hecho tan clamorosa.
Supongo que para los «resultados finales» sí se tomaron el tiempo para pensar mejor, pero ese primer reporte es como el arma humeante en la mano del asesino.
¿Y ahora qué?
La oposición venezolana sigue su movilización y afirma tener planes, mientras la dictadura aprieta las tuercas de la represión y se apoya en sus aliados internacionales, China, Rusia, Irán y anexos, además de sus aliados en la región, divididos entre los que los apoyan incondicionalmente (Cuba, Nicaragua, Honduras y Bolivia, como los principales) y los que pidieron «transparencia» antes y ahora piden «nuevas elecciones» (Colombia, Brasil y México) en un lenguaje diplomático para no decir tibio.
Ante esta última salida la Human Rights Watch respondió:
Repetir las elecciones porque el gobierno de Maduro no está dispuesto a divulgar y aceptar el resultado de los comicios del 28 de julio sería una burla a este principio democrático básico. Tal propuesta, que sería inaceptable en cualquier país, sería especialmente problemática en Venezuela dadas las importantes barreras que los votantes y candidatos se vieron obligados a superar para participar en las elecciones del 28 de julio, incluyendo violaciones generalizadas de derechos humanos, que hicieron que la elección fuera marcadamente injusta y que pusieron a muchos votantes y candidatos en riesgo de sufrir abusos por parte del gobierno.
Human Rights Watch letter to the presidents of Brazil, Colombia and Mexico on the crisis in Venezuela (27/08/2024), traducción de France 24.
Yo agregaría que en el supuesto negado de una repetición de las elecciones aceptada por el chavismo sería Nicolás Maduro corriendo solo, pues ya habría decidido inhabilitar y hasta enjuiciar a Edmundo Gonzáles y a toda la Plataforma Unitaria Democrática por golpistas, fascistas, terroristas, satánicos y comeguaguas. El resto de partidos que podrían participar o están amenazados o directamente expropiados. Sólo podría tener sentido si Nicolás Maduro y su entorno (incluidos los actuales miembros del CNE) renunciaran a sus cargos y se formara un gobierno transitorio presidido por un partido minoritario o, acaso, los representantes indígenas. En ese escenario, se deberían abrir las puertas a toda misión de observadores que desee participar y cancelarse todas las persecuciones a la oposición.
Sin embargo es este un escenario que implica desprendimiento y voluntad del chavismo. Y ambos son escasos entre sus cabezas.
Otra opción es a lo que parece apuntar la oposición: una mayor implicación de la comunidad internacional que castigue al régimen con mayores sanciones, presionando a los «moderados» gobiernos de Colombia y Brasil, países limítrofes con Venezuela y por ende pasos obligados de suministros a ese país para que participen activamente. Eso en el plano internacional, en el plano local el erosionar la lealtad de un sector de las fuerzas armadas que depongan al gobierno chavista y llamen bien a la toma de posesión de Edmundo González o a nuevas elecciones.
Esta opción es complicada, pues ya en el 2017 hubo la iniciativa del Grupo de Lima y EEUU incorporó las primeras sanciones no individualizadas en gente del gobierno venezolano sino contra su base económica. ¿Y qué se consiguió? Que el chavismo se victimizara, como si la debacle económica no hubiera comenzado cuatro años atrás con la caída de los precios del petróleo.
Quizás el «golpe institucional» de parte de militares sí sea la única salida real, pero habría que ver si después de tanta purga y el fracaso del llamamiento que se hiciera de forma similar en el 2019 queda voluntad en las fuerzas armadas o aún en las policiales de arriesgarse. Aún queda en la memoria el destino de Óscar Pérez, el ex- inspector del Cuerpo de Investigaciones Científicas Penales y Criminalísticas de Venezuela, líder de una disidencia de policías que perpetró un ataque al local del Tribunal de Justicia de Venezuela el 2017 y que fue abatido meses después de forma dramática en la llamada Operación Gedeón.
En todo caso es claro que las salidas democráticas y/o pacíficas se acabaron de cerrar definitivamente. El gobierno venezolano ha demostrado estar dispuesto a todo por conservar el poder y actualmente apuesta a que el tema de Venezuela sea poco a poco olvidado para poder hacer y deshacer a su antojo y afianzar más y más su hegemonía. Acaso si se salen con la suya la del 28 de julio pasado termine siendo la última elección con participación de grupos de oposición reales y sólo sobrevivan una especie de «oposición controlada» en una edición de lo que se vive en Bielorrusia, por ejemplo.
Así, sólo queda que la oposición persista y se movilice, que no se olvide lo que está pasando en su país. Por ahora ha hecho un trabajo más serio que en otras ocasiones, con su notable organización en medio de todas las dificultades imaginables para poner testigos suyos en casi cada mesa el día de las elecciones y recabar, digitalizar y publicar en internet copias de más del 83% de las actas electorales en su web resultadosconvzla.com. La sumatoria de estas es algo que se pedía al CNE para contrastar y este hasta la fecha no ha hecho lo propio, acaso porque no ha podido falsificar la data que necesita para sustentar legalmente sus proclamaciones.
Es cierto que casi cada elección habida en Venezuela desde que el chavismo ha estado en el poder la oposición, herederos de las componendas del Pacto Fijo, ha gritado ¡fraude!, pero sólo ahora ha podido gracias a esta organización, logro de María Corina Machado, recabar las evidencias indudables para que hasta el más moderado se vuelva radical.
Es cierto también que la oposición venezolana siempre ha sido una olla de grillos, no son todos trigo limpio, y esa siempre ha sido la excusa detrás de cada triquiñuela del chavismo para negarles su acceso al poder. Actualmente Maduro y los suyos se deben de decir entre sí que su fraude es necesario para no entregar el poder a fascistas proimperialistas, y que no lo hacen porque quieran seguir robando y enriqueciéndose sino porque su lucha es por la buena gente de Venezuela que sufrió durante años a los políticos de siempre, sus corrupciones, racismo y clasismo. Hasta los mayores criminales necesitan ser los héroes de su propia historia.
Pero todas esas racionalizaciones son sólo excusas de gente desesperada por no aceptar la disonancia cognitiva de que después de un cuarto de siglo ellos se convirtieron en lo que decían combatir, que los planes fallaron en cuanto dejó de haber viento a favor, que se acostumbraron a mandar, que vivieron lo suficiente para convertirse en lo que nadie quiere ser, en los villanos.
Darían lástima si no hubiera tanta gente muerta y con las vidas arruinadas, víctimas colaterales de una «narrativa» que ya no existe y que quizás jamás existió.
Desde lejos sólo podemos imaginarnos la gran tragedia que es ese país, las promesas incumplidas, hechas añicos, las oportunidades despediciadas, el horror, el sufrimiento… Pudimos ser nosotros si tuviéramos el regalo envenenado de poseer las mayores reservas de petróleo del planeta.
Pero aún estando separados geográficamente, el destino ha terminado haciendo el problema de Venezuela un problema local propio con los más de millón y medio de inmigrantes que viven en mi país. ¿Quién migraría a Perú, un territorio con tantas carencias y problemas, si no es porque de donde vienen están aún peor? Y sí, talvez si Donald Trump no hubiera firmado esas órdenes ejecutivas del 2019 la situación en Venezuela no se hubiera degradado como se degradó, pero la situación ya estaba mal desde antes, las sanciones no la crearon sólo apuraron la tendencia hacia abajo.
Por ello, yo, que no soy mucho sólo puedo apoyar en lo que pueda, tratando junto a otros miles alrededor del mundo de que el tema no pase de moda (por ejemplo, he copiado las actas de la oposición en un repositorio plano por si alguien sólo quiere navegar por directorios sin exponerse a código html que no conoce o rastreadores) y si al final la oposición fracasa y Maduro termina de convertir su país en una Corea del Norte de segunda, al menos que quienes acá apoyaron el fraude se les quede la mancha, como al prófugo Vladimir Cerrón y sus congresistas.
Toda la delegación peruana, incluyendo nuestros congresistas, han dado fe de la transparencia de las elecciones en Venezuela. ¡La Revolución Bolivariana ha vuelto a triunfar! pic.twitter.com/7ho7JUheQY
— Vladimir Cerrón (@VLADIMIR_CERRON) July 29, 2024
Es deber nuestro que esa gente jamás llegue a acercarse a un puesto de poder. No sabemos de lo que son capaces de hacer, quizás hasta crímenes.
La Yapa:
[…] Fraude en Venezuela […]
[…] los 1990s. Controversial en lo que cabe, pero ya no tanto si lo contrastamos con los hechos de la degeneración a la que ha llegado el chavismo para mantenerse el poder aún en contra del mayoritario y masivo rechazo a ellos en las urnas del […]