[Yoni]
Cómo el clima inusual en Tacna me encuentra.
Recuerdo que tengo por allí guardado un borrador de cierto cuento. Trataba de una chica que está en su azotea mientras empieza a llover y piensa en el chico que le gusta. Justo desde allí lo ve pasando por la calle y lo saluda, pero éste está como ido y sólo le dice que debe irse y le deja un encargo: que le diga a su amiga… que la quiere mucho. Eso deja a la protagonista muy mal (obvio). Si mal no recuerdo más tarde se entera que el chico había muerto más temprano y concluye que sólo vio a su alma que se estaba despidiendo.
La forma como describí la lluvia era como es la lluvia en mi ciudad, garúa como pequeños cosquilleos en la piel donde caía o algo así. Eso, cuando llueve, que cada año en invierno (que es cuando se supone que es nuestra temporada de lluvias) pareciera a veces que es más y más seco… excepto como en esta semana que se le ocurrió llover de forma más copiosa. La Niña, creo, porque es verano y con menos justificación debería de llover. Aquello es vivir en un desierto, y esto es el «cambio climático», también supongo.
Ahora no fue tanto
Al menos esta vez no fue como otros veranos en que la lluvia nos puso en problemas. Nuestras casas techadas con cemento no están preparadas para más que esa garúa invernal, no para aguaceros que parecen saldos de la sierra. La última vez que puedo decir que llegó a desastre fue en el 2020 a poco de iniciarse la emergencia sanitaria, y allí estuve yo esas noches luchando para «achicar» la piscina en que se había convertido mi techo. Y mientras las goteras de las filtraciones se convertían en chorros. Me sorprende que no terminara con una pulmonía, y me tranquiliza que no fuera mi casa arrasada por un huayco como le pasó a la gente que vive en la entrada de la ciudad, donde termina la Quebrada del Diablo, nombre ingrato y definitivamente un pésimo lugar para construir.
Desde entonces en Tacna si bien no han dejado de construir en las bajadas de agua, sí que han cambiado la forma de techar. Ahora muchas casas tienen una techumbre adicional de armazones metálicas y calaminas sobre sus azoteas planas, fruto de una experiencia como la propia. Desgraciadamente el techo de la mía es demasiado grande; si tuviera el dinero para también darle esa protección la instalaría. No me apetece volver a estar con el agua hasta los tobillos lanzando baldes de agua sucia a la calle. Ahora sólo me quedaría rezar para que no tengamos otra lluvia así, pero soy agnóstico…
Nah, le pediré a mi madre que rece un poco, total una manito no me hará ninguna sobra y quizás a ella si le escuchen. Yo acaso me ponga a cantar bajo la lluvia.
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