La Reina en el Palacio de las Corrientes de Aire: Mujeres Guerreras

[B-Review]

Final del camino…

Fue un placer encontrar esta Trilogía. Pero también es una pena que sólo sea una Trilogía; lo vuelvo a repetir: ¿cómo se te ocurre morirte, Stieg Larsson? Pero así somos los humanos, precarios. Y sí, ya sé, quizás el estilo de Larsson a veces se hace un lío y tiene sus inconsistencias, y acaso para los que se esperan otra cosa sus novelas son muy largas y se vayan buena parte en prolegómenos, pero es tal la fuerza de sus personajes que todas esas falencias las olvidamos en el regodeo de su lectura. Y además era su debut como escritor… su debut y su despedida (no, no debo ponerme triste). Sólo podemos especular cuál habría sido su evolución como novelista; y las nuevas aventuras que habría ideado para Lisbeth Salander y Mikael Blomkvist, y el resto de sus amigos, colegas, antagonistas y aliados.

Estaba leyendo esta última parte de la Trilogía Millenium (título original Luftslottet som sprängdes, traducible a algo así como El Castillo que fue Hecho Estallar) a finales de noviembre en medio de todo el revuelo que había provocado el Cablegate en internet. Así que de mi cabeza no podía quitarme la sensación de ver un cierto aire familiar entre las ficciones de Larsson con la figura del ex-hacker Julian Assange. Y para colmo, Wikileaks había escogido como sede la Suecia de la libertad de prensa. Y después las denuncias que por malas prácticas sexuales habían recaído sobre Assange me hizo recordar al Mikael Blomkvist y su gusto por ir de cama en cama por toda la Millenium, incluyendo a la heroína, la “bisexual” Lisbeth Salander. Bueno, ni casquivanos ni mojigatos no son estos Kalle Blomkvist y Pippi Calzaslargas modernos (personajes de la literatura juvenil sueca creados por Astrid Lindgren en los 40’s que sirvieron de inspiración a Larsson para diseñar a los protagonistas de sus novelas). Y para colmo, Mario Vargas Llosa gana el Nóbel, sin contar la impresión que me provocó Déjame Entrar. La verdad el año pasado lo siento como si hubiera redescubierto Suecia.

Lisbeth Salander está recluida en un hospital mientras se recupera de sus heridas producto del encuentro con su padre, el inefable ex-espía soviético Alexander Zalachenko. Aunque ya han desistido de acusarla por las muertes a causa de las cuales le perseguían en la anterior novela, hay gente dentro de las fuerzas de seguridad del gobierno que están dispuestas a cualquier cosa para deshacerse de la amenaza que ella representa. Si embargo, sus amigos moverán cielo y tierra para ayudarla y que se descubra la terrible verdad que destruyó la niñez de Lisbeth y por la cual el gobierno (oh, la Suecia avanzada y adalid de la economía del bienestar y la tolerancia) mínimo le debería una disculpa.

Si La Chica que Soñaba con una Cerilla y un Bidón de Gasolina se mostraba más pro-femenina incluso que Los Hombres que no Amaban a las Mujeres, en esta última parte de su Trilogía Millenium Larsson no escondió para nada su interés en relievar a sus personajes femeninos, empezando por la radical Lisbeth Salander y la efectiva y voluntariosa Erika Berger, e incluyendo a la atlética y poderosa Monica Figuerola y la preocupada y valiente Susanne Linder, entre otras. Los estrógenos corren libres por toda la novela, mostrándonos un enfoque que en sociedades semi-machistas como la nuestra no es común ver. Sólo eso ya es aliciente para leerla.

Para acabar… FELIZ BAJADA DE REYES, y saludos a mi madre EPIFANÍA.

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