[Yoni]
La «democracia» que no toma en consideración la opinión de los que se supone representa no es democracia. Los «líderes» que no guían a sus masas a mejores destinos no son líderes. Una «justicia» que no da garantías iguales a todos los que acuden a ella no es justicia. Una «nación» en donde nos miramos los unos a otros como extranjeros no es nación. El «progreso» que se levanta sobre montañas de cadáveres no es progreso.
La manipulación y el desprecio se entronan en gran parte de la prensa: veo los reportajes televisivos de lo sucedido en Bagua y pareciera que sólo han muerto policías indefensos que enfrentaban a salvajes sedientos de sangres, idiotas e ignorantes chunchos que cual perros del hortelano «no comen ni dejan comer». Es comprensible: los dueños de los medios dicen que digan eso y los periodistas (asalariados al fin) cumplen con hacerlo por no perder el trabajo.
Alán García entró (no él, que es cobarde, sino la policía) a Bagua con total desprecio por la vida e inteligencia ajenas. ¿Para qué conversar si él tiene la razón y los demás no sabemos dónde estamos parados? ¿Para qué conversar si es más fácil que otros disparen? Un gobierno suyo «nuevamente» se mancha de sangre, pero para lo que le importa: él es «demócrata» y por ello nos conmina a que nos quedemos callados hasta las próximas elecciones.
El Gobierno ha llegado a decir que atrás de las protestas estaban los de siempre: comunistas, ONGs, Evo Morales y Hugo Chávez, Sendero… Quizás algo haya de eso, pero echar la culpa de todo a un Gran Complot es infantil. El Gobierno se le olvida (o es que en realidad no le importa) que si el Estado no está presente, alguien vendrá a ocupar el vacío. Para el Gobierno había cosas más importantes de qué ocuparse, cosas que dan más «beneficios»: convencer y tener contentos a los empresarios generosos es preferible a hablar con los pobres, ¿no, señor García?
El Gobierno lanza spots manipuladores, pareciera que estamos en guerra contra una potencia extranjera… y son peruanos. No hemos aprendido nada, murieron tantos miles de nuestros compatriotas (muchos de ellos en el anterior gobierno de García) por la violencia política de Sendero Luminoso y el MRTA en vano: el Gobierno aún ve a la gente más humilde como el enemigo a enfrentar y eliminar.
Y los dirigentes extremistas y los radicales de distintas banderas, aprovechando la situación y generando más violencia. Esta semana ha sido Bagua, la próxima ¿dónde será? El mapa del Perú es un mapa de conflictos que el Gobierno «deja pasar, deja hacer»… hasta que revientan. Ahora lo hacen aisladamente, pero los violentos se fortalecen con cada nueva represión y encontrarán eventualmente cómo aprovechar la desatención del Gobierno y entonces… sólo Dios lo sabe.
Los pobres sufren, y nuestra clase media no se da por enterada. En La Molina se vive bien, ¿qué importa el resto del país? Tuvo que reventar un coche bomba en la Calle Tarata para que aceptaran que el Perú no es sólo Lima. ¿Quiénes tendrán que morir para que los beneficiados por la modernidad se den cuenta que no son una isla de Miami?
Enriquecer no es malo. Ojalá aprendiéramos de los países más avanzados del mundo lo bueno que tienen y desecháramos lo que han hecho mal. Ojalá aprendiéramos como darle a nuestras futuras generaciones (a todas, no sólo a la minoría de siempre) el país mejor que se merecen.
Sé que estas son sólo palabras, y que las palabras no salvan a nadie. Tantas se han dicho: «Todos los hombres nacen libres e iguales en derechos… El derecho de uno termina donde empieza el de los demás… No matarás». Si yo no soy escuchado, al menos que se escuche a los que son mejores que yo… pues la Furia no ha dicho su última palabra.
[…] Un par de días después de los sucesos, conmocionado como el resto del país por la barbarie de los policías y nativos, escribí esto: […]
[…] ¿Después de la Furia? […]