El Espía del Inca: los hilos de muchas vidas

[B-Review]

Cuerda en Z y cuerda en S

Portada El Espía del Inca de la edición de Alfaguara (2021)
Portada de la edición de Alfaguara (2021)

Escrita por Rafael Dumett, esta monumental novela de ficción histórica con trazas de una de espías es una rareza en el Perú y al mismo tiempo un fenomenal viaje en ambos géneros… y en la realidad.

Su inicio inicio según lo relató el autor habría que buscarlo en su etapa de estudiante. Es ese comentario típico que siempre hemos oído por acá y por allá de otros y que también muchos lectores peruanos nos hemos hecho alguna vez:  “… de uno de sus profesores, quien reclamaba por qué los escritores peruanos no escribían sobre personajes interesantes de la historia del Perú como Felipillo”. Sin embargo nos estamos adelantando.

El génesis de una odisea

Portada El Espía del Inca de la edición digital de La Mula Publicaciones (2012)
Portada de la edición digital de La Mula Publicaciones (2012)

Pasaron los años y ya dedicado a escribir guiones de teatro y cine, en una pausa a finales de la década de los 1990’s y como para no aburrirse Rafael Dumett empezó una obra de teatro sobre justamente el intérprete tallán. Ésta devino en novela corta. Luego empezó a agregar más y más cosas, puntos de vistas y datos. Y más aún. Y así durante poco más de diez años, terminando en un texto que dependiendo de la edición puede superar las 1000 páginas.

El resultado de toda esa evolución creativa fue El Espía del Inca, ya no centrada en Felipillo pero sí incluyéndolo como un personaje importante en el devenir de una historia apasionante. ¿Y cuál es esta historia? No otra que la prisión, los planes de fuga y posterior ejecución del Inca Atahualpa: ¡casi nada! En ella conviven tanto el espía de varios nombres (Yunpacha/Oscollo/Salango) que le da título al libro como diversos personajes protagonistas de esos hechos y gente común y no tanto representantes de ese crisol de pueblos que era el Tahuantinsuyo: distintos puntos de vista y distintos tiempos.

Pero ahora venía lo más difícil.

Estamos en el 2010 y esta novela no encontraba editorial que la publicara, según porque “no era un tema de interés”. Profeta ni en tierra propia ni ajena, ni en Perú, ni en México, ni en España supieron apreciar lo que se les ofrecía. Sólo en el 2012 La Mula, el portal peruano que en ese momento quería lanzarse a la edición de libros digitales, la apadrinó. Y así estuvo en Amazon exclusivamente como ebook un tiempo, donde poco a poco obtuvo más atención de los lectores que según los editores profesionales no les iba a interesar.

El salto al papel

Portada El Espía del Inca de la edición de Lluvia Editores (2018)
Portada de la edición de Lluvia Editores (2018)

Acá entra un nuevo protagonista que no ha recibido todo el cariño que se merece, don Esteban Quiroz Cisneros. Este cajamarquino sería lo que hubiera sido El Quijote si además de leer libros hubiera desdeñado un futuro prometedor como comerciante de quesos para fundar una editorial independiente. Su historia es otra novela y en parte pueden leerla acá, con sus más de 40 años desde su trinchera Lluvia Editores apostando por la cultura. ¿Quién si no le daría la oportunidad a Rafael Dumett para llevar su libro de lo digital a lo físico el 2018? Porque al final el ebook no basta y todo escritor quiere que sus obras se puedan tocar y oler en buen empastado.

La trayectoria de la obra de una vida seguía, y unos años después entraría a las “ligas mayores” con un contrato con Penguin Random House. La editora internacional bien se demoró poco más de una década para pensarlo mejor y el nuevo tambo de El Espía del Inca sería el famoso sello Alfaguara. Rafael Dumett se había consagrado con su primera novela, ya era un bestseller y un triunfo de crítica. Era el 2021.

Así llegamos al presente. Como se ve ha sido un largo camino que de cierta forma fue documentado en el facebook abierto con la ya lejana edición digital del 2012.

No contrahistoria

Como escribí al principio, El Espía del Inca es un fenomenal viaje en los géneros que toca.

Como novela de ficción histórica es uno a un tiempo casi ni tocado por la literatura nacional, los últimos años del Tahuantisuyo y los primeros de la Conquista y lo que vino después. El autor se nota que hizo su tarea, sobretodo en lo que a quipus se refiere, que son elementos esenciales dentro de su construcción de mundo. No por nada cada título de cada parte es una referencia a su anudado: series de cuerdas, cuerda de tal color entrelazada así o asá. No sólo eso: personajes históricos, originarios o españoles, lugares, eventos, mitos, costumbres, conflictos… en lo que sabemos o deducimos. También las licencias que se toma el autor. La historia se siente viva, aunque seguro no todo haya pasado así en la realidad. Algo inevitable, dados los grandes huecos presentes en el relato histórico.

Al final nos invita a ahondar más en esos elementos que dábamos por sentados, pero que no eran tales, o a reconsiderar esos otros controversiales que algunas narrativas de leyendas negras o doradas tratan de imponernos.

El espía incómodo

Su viaje como novela de espías nos tiene siempre en vilo, aún sabiendo que el desenlace no va a ser otro que el fracaso de los planes de fuga del Inca. No es Civilizaciones, la novela de Laurent Binet que leyera antes de esta (y que a su vez se merecería también su propio B-Review): Atahualpa va a morir y el Tahuantinsuyo pasará a otras manos. Pero ¿y Salango, el espía que antes  fuera Oscollo y antes Yunpacha? ¿Morirá? ¿Como un héroe? ¿Como un perro? ¿O será un traidor? ¿Y del resto cuyas vidas no pasaron a los libros de texto? Al final nos importan más las personas que sus fichas historiográficas.

Y allí también acierta Dumett en su historia, al hacernos empatizar con todo tipo de personajes, incluso en sus momentos más moralmente cuestionables. Porque también ese es el chiste de una novela de espías moderna. En estas los personajes grises son la norma. Lejos del glamour de James Bond y sus congéneres, son seres en la sombra que no pocas veces se ensucian las manos literal y metafóricamente. Y en el caso del protagonista, por los intereses de un Estado que ha sojuzgado a su pueblo. El que fuera Yunpacha muy dentro duda y tiene nostalgias cruzadas como Oscollo y como Salango que acalla como puede.

Pachakuti

En la terminología andina la palabra “packakuti” tiene el significado de cambio y transformación radicales, donde “el mundo se da vuelta”. Por ello el hijo de Huiracocha, Cusi Yupanqui, al alzarse con el triunfo sobre los chankas y hacerse así merecedor de la mascaipacha que su padre había deshonrado al huir del Cuzco, tomó el nombre de Pachacutec, “el que transforma el mundo”. Toda una declaración de intenciones. Así, saltando los siglos, dentro de la actualidad política algunas facciones indigenistas tratan de equiparar “pachakuti” a “revolución”, aunque ese es un significado restrictivo. Pachakuti también puede ser una catástrofe.

El mundo cambia. Antes de Cusi Yupanqui ya habían habido otros “pachakutis”. Pachakuti fue lo que llevó a los tiahuanaco-wari a crear su propio imperio en el Horizonte Medio. Lo fue también lo que sea que lo derribó, dejando a chankas, lucanas, lupacas, collas, pacajes y demás acaso con nostalgia de su gloria pasada. Asimismo otro pachakuti en forma de recurrentes Fenómenos del Niño arruinó al poderoso Reino de los Moches y su sofisticada alfarería naturalista. Y cuando un atado de hombres barbados llegaron a las costas de Tumbes para conquistar el Tahuantinsuyo trajeron el mayor pachakuti que vieron estas tierras con ellos.

El Espía del Inca se vuelve así también la novela crepuscular del Pachakuti Castellano. Por eso también se agradece que Rafael Dumett dentro de lo que pudo se haya atrevido a tocar esta etapa histórica tan fundamental en la construcción de nuestro contradictorio ser nacional.

Los vencidos

Muchas veces los indigenistas hablan de descolonización y de la voz de los vencidos. En cierta forma, acá se intenta: los únicos puntos de vista son de originarios. Del espía del título, que al mismo tiempo que se narra su participación en el plan para rescatar a Atahualpa, también se narra su vida desde cuando era un simple niño lucana, su adquisición de una habilidad casi sobrenatural para contar lo que sea de un vistazo, su posterior asimilación a la nobleza de privilegio y su asignación a su misión como espía. Ambas narraciones terminan anudándose en su final y principio.

Luego están los puntos de vista de otros personajes diversos, siendo los más relevantes el de Felipillo, el intérprete tallán que tan importante fue en esa etapa histórica, y el “hermano y doble” de Oscollo, el general Cusi Yupanqui (sí, como Pachacutec, su antepasado). Ambos tienen sus propias tramas paralelas que se entrelazan en el tejido de esta obra. Y entre ellas, varias otras que le dan variedad a las voces.

Las voces

Y ya que hablamos de eso… No, mejor transcribo este fragmento de una crítica de Luis Nieto Degregori:

La pluralidad de registros verbales es otra de las apuestas del autor. Se distinguen por lo menos tres, empezando por un español estándar para narrar sobre todo los acontecimientos relacionados con las luchas de poder entre los gobernantes incas y sus más altos dignatarios y generales. Para hilvanar el destino de los protagonistas de origen humilde, en cambio, se recurre a la riqueza expresiva del castellano andino, elaborado literariamente en las últimas décadas, siguiendo las huellas de Arguedas, por los narradores que se han bautizado a sí mismos precisamente como andinos. Finalmente, para seguir las andanzas de Felipillo, el personaje más cercano a los conquistadores españoles y quien en la novela también intermedia su actuación, se recurre a un castellano antiguo que se ve reforzado además por una ortografía que evoca la de la documentación del siglo XVI. Estos pasajes son un difícil ejercicio estilístico y, por lo mismo, pueden resultar trabajosos para los lectores no familiarizados con las crónicas u otra literatura o documentación de ese período. Una característica que no se puede pasar por alto en relación a los dos primeros registros verbales mencionados es el uso abundante de la perífrasis para designar divinidades, dignidades, festividades y, en general, expresiones propias de las culturas prehispánicas: “Señor del Principio”, “Pastor de los Turnos del Mundo de las Cuatro Direcciones”, “Hijo del Sol” son, por ejemplo, algunas de las frases usadas profusamente para referirse a los gobernantes incas.

Podría citar más pero no quería abusar.

Un tejido deshilachado

Varias veces en la novela Dumett nos resalta las contradicciones que había entre las élites y el pueblo llano originario y sobretodo el pueblo llano de las etnias sojuzgadas por los cuzcos, que en su mejor caso se resolvían en asimilación más o menos forzosa y en el peor en destierro o exterminio. Incluso en el tratamiento de los españoles no hay el deseo de caracterizarlos como meros demonios. Dumett huye de esa artificialidad para mostrarnos sólo a hombres (originarios o españoles) con intereses, pasiones y malicia, cuestionando cuando cabe la moral de unos y otros.

Valoro que haya tomado esa opción, coincidiendo con unos tiempos en los que la polarización y la satanización del rival sean la norma en importantes sectores de nuestra sociedad.

Pensemos por ejemplo en Felipillo: es común que en círculos radicales se busque renegar de él por haber sido un “traidor”, incluso equiparando su nombre a un insulto, de forma similar al tratamiento que en México hacen de la Malinche. Dumett no es de ese parecer. Su razonamiento es del tipo de que al final, ¿cómo podía ser traidor si para su contexto no existía nación a la que tener lealtad ni era más que un poblador de una etnia conquistada? Para él tan extranjeros eran los cuzcos que los españas, y con estos últimos había visto mundo y obtenido algo parecido a un lugar y un propósito. Esta distancia y extrañeza también es notable en el mismo personaje de Yunpacha/Oscollo/Salango, como se dijo de origen lucana, arrancado de su tierra por los funcionarios del Tahantinsuyo para usar sus habilidades únicas, o de Challco Chima que en esta versión es un colla.

El Tahuantinsuyo al final era un reino de su tiempo, despótico. La dinámica era la de amos y súbditos. ¿Entonces quién es el traidor? ¿El que traiciona a los suyos para servir a su amo? ¿O quien traiciona a su amo por rencor?

Final de la cuerda

Habiendo pasado por tres ediciones, sólo he conocido la de Alfaguara que supongo definitiva. Por ello me sorprendió los por lo menos dos errores que encontré en el texto, curiosamente relacionados a la pareja de “hermanos y dobles” de Oscollo Huaraca y Cusi Yupanqui, y las mujeres de su vida. ¿O tal vez no serían errores y más bien es un intento de insinuarnos que en realidad la memoria del narrador no es perfecta? Sea como sea, la metanarrativa de la novela a ratos puede sentirse artificiosa en la medida que al final nos presenta la historia como de un solo autor a manera de crónica, lo cual haría “la pluralidad de registros verbales” incongruente. O quizás esté hilando muy fino (nunca mejor dicho).

Sea como sea, esta novela merece ser leída y que haga escuela. Necesitamos más literatura que nos haga reencontrarnos con nuestro pasado, sobretodo desde la elevada comprensión y no desde el bajo resentimiento.

Trailer y material audiovisual adicional


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2 comentarios en «El Espía del Inca: los hilos de muchas vidas»

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