[Yoni]
El viejo oso en emoji japonés está allí (¿o era un conejo?).
Estaba revisando mi viejo correo electrónico de yahoo y sus mensajes de hace más de 20 años y me dio un poco de nostalgia. Pendientes del trabajo que tenía entonces: me enviaba a mí mismo los archivos de PDT de la empresa a mi correo personal por si acaso los diskettes en que los llevaba se malograban y tenía que volver a grabarlos a toda prisa en una cabina del centro para poder presentarlos antes que el banco o la SUNAT cerraran (y me pasó alguna vez y era todo un stress). En los destinatarios o remitentes de los buzones nombres de gente que no recordaba que las conociera de hacía tanto tiempo… y que ya llevo años en los que no hemos vuelto a conversar ni siquiera virtualmente, a pesar de que a algunos aún los tengo como contactos en facebook (unos cuantos en otro país, otros con hijos, uno o dos ya muertos). Coordinaciones de alguna quedada. Y todo lo que recibía y compartía a un clic en ENVIAR antes de las redes sociales modernas: cadenas, chistes y en mi caso suscripciones a algunas listas de correo o foros…
A decir verdad estoy tentado a pensar que la vida entonces parecía más fácil. Pero sé que nunca fue fácil. Sólo era complicada de otra manera.
Hace 20 años recuerdo que ya me sentía viejo, no puedo creerlo. Me daría una colleja a mí mismo.
Hace 20 años estaba enamorado, claro… pero ya no estoy seguro de quién. Mi cronología de mis cosas del corazón se me mezclan con los años.
Hace 20 años… hace 20 años… Es fácil decirlo. 20 años parecen mucho tiempo, pero a veces me parecieran un suspiro nomás, y a otras me sorprende que incluso no moviéndome mucho pareciera que me metí en muchas cosas que los alargaron. El tiempo entonces sería como un chicle en mi mente, que lo mismo lo mastico que lo estiro.
Borges escribió alguna vez que “los pasos que da un hombre, desde el día de su nacimiento hasta el de su muerte, dibujan en el tiempo una inconcebible figura. La Inteligencia Divina intuye esa figura inmediatamente, como la de los hombres un triángulo. Esa figura (acaso) tiene su determinada función en la economía del universo”. Si lo buscan es El Espejo de los Enigmas, ya saben el de Videmus nunc per speculoum in aenigmate. Mis pasos de sólo esos 20 años no harían una figura menos compleja: y obvio que siendo una inteligencia humana no puedo figurármela sino de forma muy vaga…
Me encojo de hombros y sólo disfruto de la inocencia de ese oso (o conejo) adornando la firma de los mensajes de mi viejo correo electrónico.
Otrosí: La cita con que cierro la firma es de Alicia en el País de las Maravillas. No había leído el libro de Carroll entonces, pero lo encontré como epígrafe en otro libro. Uno acerca de los elementos esotéricos del Camino de Santiago, el Juego de la Oca, la arquitectura religiosa octogonal… Título: A la Sombra de los Templarios, de Rafael Alarcón H. Sí, lectura ligera de mis veintes.