Sí, cómo no.
Elliot Abrams, ex-subsecretario de Estado de la administración Reagan y ex-Asistente de Seguridad Nacional y Derechos Humanos de la administración W. Bush, en su último artículo del New York Post dice que las relaciones entre los EEUU e Israel están en un momento difícil, a consecuencia de ciertas declaraciones que la actual administración de Obama ha expresado y que ponen en entredicho la muchas veces denunciada alianza estadounidense-sionista (que él no menciona, claro, sino que sólo habla de «relaciones» entre EEUU e Israel). El problema: mientras EEUU ve la raíz de todos los problemas en la relación israelí-palestina, Israel se concentra en la amenaza nuclear iraní.
Fuera de que en realidad es preocupante que Irán esté desarrollando su bomba atómica, pues nadie medianamente cuerdo festeja que se creen más de esas armas demoníacas (y menos que éstas estén en manos de gobiernos autocráticos), y quisiéramos que los tratados de no proliferación se convirtieran de una vez en abierta proscripción, no podemos decir que el actual gobierno israelí sea de buscadores de paz cuando tienen como Primer Ministro a Bibi Netanyahu y como Canciller a Lieberman.
Irán podrá pavonearse todo lo que quiera, y Ahmadineyad buscar alianzas tanto alrededor del mundo como por estos lares (Hugorila Chávez, los Castro, Evo Morales…), pero eso queda como amenaza potencial… para Israel claro. Pero como los sionistas son una principal fuerza de presión política en Estados Unidos, entonces arrastran a la orgullosa nación a secundarla en sus objetivos, siendo ellos (los sionistas) la verdadera amenaza para la paz en Medio Oriente, la región donde surgió la civilización y donde esperemos no acabe. «Complejo de Pueblo Elegido» que le dicen.
¿Por qué (los dirigentes de) Israel podría(n) estar nervioso(s)? ¿La conciencia quizás?
La Yapa: