Difícilmente haya algo comparable a Harry Potter en la literatura del último siglo.
Siete novelas en total, tres libros adicionales que detallan aspectos del universo potteriano (y caso una futura Enciclopedia del mundo de Harry Potter), 8 películas (5 ya estrenadas, una por estrenar en julio de este año y dos en producción), una legión de fanáticos alrededor del mundo, una montaña de dinero y el incremento de la lectoría en los jóvenes… eso es lo que la obra de la señora Joanne (aka J. K.) Rowling nos ha legado hasta el momento. Vale la pena soñar, ¿no, Mrs. Rowling?
Veo en mi escritorio el apreciable montón que hacen las 7 novelas de la serie (Harry Potter y la Piedra Filosofal, Harry Potter y la Cámara Secreta, Harry Potter y el Prisionero de Azkabán, Harry Potter y el Cáliz de Fuego, Harry Potter y la Orden del Fénix, Harry Potter y el Misterio del Príncipe, Harry Potter y las Reliquias de la Muerte) y en los que demoré algunos meses. Alrededor de 3660 páginas de texto (sin dibujitos) que fui avanzando principalmente en mis idas y venidas del trabajo o antes de acostarme, con intervalos mientras adquiría el siguiente volumen. De esta manera saldo una deuda que tenía con este moderno ícono cultural desde el 2004 cuando vi la adaptación que dirigió Alfonso Cuarón de El Prisionero de Azkabán, la mejor de las películas de la serie para mí hasta el momento.
Bien, en cuanto a la historia de Harry Potter en sí, esta es muy conocida: comienza la noche del 31 de octubre de 1981. Lord Voldemort, un poderoso y malvado mago ha logrado junto con sus adeptos conocidos como Mortífagos instaurar una época de terror y zozobra entre la Comunidad Mágica: torturas, desapariciones forzadas, asesinatos, son el pan de cada día… y las autoridades (representadas por el Ministerio de la Magia) poco pueden hacer para contenerlo. Acaso Lord Voldemort se imponga definitivamente y entonces… Pero hay algo que amenaza su poder y se interpone en su camino a la conquista del Mundo Mágico. Así, esa noche de Halloween de 1981 aparece en la casa de los Potter, James y Lily, y los asesina. Pero cuando se dispone a acabar con la vida del pequeño Harry de sólo un año, y lanza su hechizo mortal, éste rebota en el bebé y… Lord Voldemort desaparece. ¿Acaso ha muerto? ¿Acaso le queda algo de humano para morir? La celebración de los magos al enterarse del hecho trasciende toda discreción, pero no pueden evitarlo: Lord Voldemort se ha ido, y en todas partes se hacen brindis por “Harry Potter, el niño que vivió”. De todo esto, al pequelño sólo le queda como recuerdo una cicatriz en forma de rayo en la frente que a partir de entonces se convierte en la señal con la que es reconocido. Es recogido de las ruinas de su casa por orden de Albus Dumbledore, el director del Colegio Hogwarts de Magia y Hechicería, acaso la única persona a la que Lord Voldemort temía, quien lo deja al cuidado de sus antipáticos parientes muggles (o sea, que no son magos), los Dursley.
Pasan los años y Harry la pasa mal en la casa de sus tíos: lo alimentan mal, le hacen dormir bajo la escalera, es objeto de las burlas y abusos de su primo Dudley, sin cariño, sin amigos, creciendo sin saber nada de su pasado o de sus padres. Eso hasta un poco antes de su cumpleaños número 11 en que empieza a recibir extraña correspondencia de un lugar llamado Hogwarts que sus tíos interceptan como pueden, pues las cartas continúan llegando y llegando, tratando de entrar por todas partes. Así, no se le ocurre a los Dursley otra cosa que escapar lejos a una choza en una isla, en donde a medianoche, en el cumpleaños de Harry, reciben la ruidosa visita del gigantesco Hagrid, quien se presenta como guardabosques del Colegio Hogwarts y le hace entrega (por fin) al muchacho de la carta con la que se le comunica su ingreso a esta prestigiosa institución, revelándole además su condición de mago.
Es aquí que Harry inicia su aprendizaje mágico, conociendo en este primer viaje a los que serían sus mejores amigos y compañeros de aventura, el pelirrojo y pobre de solemnidad Ron Weasley, y la estudiosa hija de dentistas Hermione Granger. Y también a sus enemigos representados por el pálido y engreído estudiante Draco Malfoy, y ya en el Colegio al profesor del curso de Pociones, Severus Snape, con los cuales Harry desarrolla desde el principio una mutua antipatía. Presentados así los protagonistas de la historia, como también los escenarios principales donde se desarrollará la trama, cada volumen que representa cada año que Harry debe pasar en el colegio, inicia con éste pasándola mal en la casa de los Dursley a donde regresa en sus vacaciones entre cada año lectivo, mientras espera con ansias la vuelta a su amado Hogwarts. Singular colegial que odia sus vacaciones y ama su escuela. Luego la acción pasa a un escenario mágico por un corto tiempo previo a su retorno al colegio, en donde luego de iniciar un nuevo año de estudios y a la par que se esfuerza por cumplir sus deberes escolares y ser importante miembro del equipo de quiditch de su Casa, se ve involucrado en misterios que llevan a la trama a su clímax alrededor de la época de los exámenes finales donde se ha de enfrentar (junto a sus amigos o solo) con Lord Voldemort o alguno de sus secuaces. De todo ello sale para él una enseñanza y/o revelación que Dumbledore le explica en una conversación personal, para al final de cada volumen terminar viendo a Harry volver a la casa de sus odiados (y odiosos) parientes para pasar nuevamente las vacaciones. Claro está, este esquema se rompe para el último tomo, donde casi toda la trama (excepto el desenlace) sucede fuera de Hogwarts, y ya Harry no retorna donde los Dursley.
¿Qué qué me ha parecido? La verdad que es una gran historia que se hace más y más densa y dramática en cada nueva entrega. Y más larga también, sobretodo desde El Cáliz de Fuego publicado el año 2000, coincidiendo con la filmación de la adaptación cinematográfica de La Piedra Filosofal. Me pregunto si el haber vendido los derechos para el cine habrá decidido que J. K. R. ampliara el universo de sus novelas, la cantidad de personajes, situaciones y detalles, para no hablar de una mayor incursión del aspecto romántico y sexual dentro de su narración. En todo caso era inevitable: el Harry niño que con 11 años (en la Piedra Filosofal) se entera de su verdadera condición de mago y leyenda entre los magos no podía ser el mismo que el Harry adolescente que con 14 (en El Cáliz de Fuego) ya ha pasado por varias situaciones de vida o muerte y ha descubierto muchas cosas de su pasado y su relación antagónica con el Innombrable, Lord Voldemort. Y ni hablar de las siguientes novelas (La Orden del Fénix, el Misterio del Príncipe y Las Reliquias de la Muerte) en donde Harry ha de superar varias pruebas, como la muerte de seres queridos provocadas por un Lord Voldemort resurgido para volver a imponerse en el Mundo Mágico con sus doctrinas fascistoides de pureza de sangre y genocidio sobre los no magos (muggles).
En ese sentido, la saga de Harry Potter es una historia de crecimiento que se lee con deleite. Tiene mucho de novela de aventuras, de misterio y hasta iniciática, recreando un mundo (el de los magos) superpuesto y paralelo al nuestro, lleno de detalles y matices, personajes entrañables y conflictos, muchos de los cuales nunca han aparecido en las adaptaciones cinematográficas por la misma naturaleza de las adaptaciones al cine, y que encandilan a los que se enteran al leerlos. En sí, una historia ganadora, recomendable para iniciar a los niños en un tipo de lectura que vaya más allá de los libros ilustrados, de una imaginación muy vivaz, e imbuida de un mensaje de tolerancia, integración, y valorización de la amistad y el amor. Un clásico de nuestro tiempo.
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[…] no se me considere un fan acérrimo de la saga de J. K. Rowling, he leído (disfrutado) todos los libros, eso sí, y me han parecido notables por la forma como la autora ha creado toda su propia épica y […]