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Hoy es el Día Internacional del Orgullo LGBT+ 2024. Como ya había adelantado en mi entrada anterior, tenía una cabecera preparada para este día. Pero, ¿porqué un collage de viejas fotos de los primeras Marchas del Orgullo de los años 1970’s en EEUU? Primero, porque así las encontré, y segundo, porque me sirven para hacer un contraste con la manera en que la Bandera del Orgullo que suele presidir las conmemoraciones de este fecha no cesan de agregarle más y más colores hasta opacar su sentido inicial. Pasando de ésta, cuya versión final data de 1979:
A todas estas variaciones:
Y eso si no contamos con todas las banderas de diversidad, que agotan todos las combinaciones mínimamente vistosas. Supuestamente cada nuevo color en la bandera general incluye a un nuevo colectivo, pero es como si temieran no ser explícitos y así de una bandera de 6 colores pasamos a variantes de 16 o más, algo que también pasa con las siglas del movimiento, que cada vez suman más letras, de LGBT por Lesbianas-Gays-Bisexuales-Trans, añadiendo un + al final para las orientaciones sexuales que no se nombren a LGBTQ+ para incluir explícitamente a los Queer, a LGBTQI+ para hacer lo propio con los Intersexuales, LGBTQIA+ para añadir a los Asexuales… pero no termina allí, pues ya algunos le agregan un 2S al principio (2sLGBTQIA+) porque ciertas naciones originarias de Norteamérica afirman tener 2 espíritus (2 Spirits) y que serían así otra identidad sexual… Es como si les diera ansiedad que si no está escrita su inicial es como si no existieran.
¿Cosas de anglos? El movimiento se originó en EEUU, con los Disturbios de Stonewall del 28/06/1969 como su acto inaugural y de alli la elección para conmemorarlo. Y si es evidente cómo este movimiento y su activismo lograron en Occidente grandes avances para en menos de una generación pasar de ser encarcelados a ser hasta mimados cada junio con las grandes corporaciones poniéndose multicolores en sus logos y publicidades, también se nota un agotamiento y una cierta banalización de lo que en su momento fuera una lucha justa allí donde nació… que yo veo en ese correr hacia adelante para buscar más y más identidades por más rebuscadas o redundantes que sean, su obsesión por sobrecargar sus símbolos y su penetración cada vez más evidente por un activismo de izquierda que, huérfano de proletarios (en Occidente) a los que liberar, ven a las miles de minorías como su salvavidas para no desaparecer.
Sin embargo, y sobretodo en países como el nuestro donde sí que la situación de gays, lesbianas, trans y todos los demás colores no heteronormativos no dejan de estar vulnerables, ese activismo sigue siendo valioso y sería un desastre que no habiendo logrado avances mayores una eventual decadencia en las Metrópolis de los movimientos allá arrastren a los de acá.
Toda persona tiene el derecho de ser libre, de ser como es, de vivir como quiera y pueda vivir, con el único límite de respetar a su vez el derecho y la libertad ajenas. La forma como se logre eso, cómo armonizamos las diferentes formas en que las distintas personas asumen sus propios proyectos de vida, es la tarea pendiente de la política en general, y de los liberales de derecha en particular.
Esa reflexión tengo en este Día Internacional del Orgullo LGBT+ 2024.
La Yapa:
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